Zenón de Elea en el cine


Paradojas de Zenón
      Conjunto de argumentos aparentemente irreprochables utilizados por Zenón de Elea para la defensa de las tesis de su maestro Parménides y cuyas conclusiones (el carácter absurdo del movimiento y la multiplicidad) parecen ir en contra de los más básicas convicciones de todo el mundo.

Llamamos paradoja a toda argumentación contraria a las opiniones comunes, a los principios de la ciencia o que da lugar a conclusiones contradictorias. La dialéctica griega a partir de Zenón de Elea presentó un amplio número de argumentaciones paradójicas, de las que destacan las paradojas lógicas. Se trata de enunciados que lo mismo son verdaderos que falsos. Una de las más antiguas y conocidas de estas paradojas es la del “mentiroso”, propuesta por Epiménides el Cretense, el cual afirmaba que todos los cretenses son embusteros (en este caso la paradoja aparece si el enunciado es verdadero pues el mismo Epiménides es cretense y tiene que estar diciendo algo falso, lo cual es una contradicción).
      Puede ilustrar también esta noción la paradoja que se le presenta a Sancho Panza cuando es nombrado gobernador de la ínsula de Barataria: en un señorío había un río, sobre un río estaba un puente, al final del cual había una horca y unos jueces que juzgaban la ley que puso el dueño del río, del puente y del señorío: “si alguno pasare por este puente de una parte a otra, ha de jurar primero adónde y a qué va; y si jurare verdad, déjenle pasar; y si dijere mentira, muera por ello ahorcado en la horca que allí se muestra, sin remisión alguna” [...] “Sucedió, pues, que tomando juramento a un hombre, juró y dijo que para el juramento que hacía, que iba a morir en aquella horca que allí estaba, y no a otra cosa. Repararon los jueces en el juramento, y dijeron: “si a este hombre le dejamos pasar libremente, mintió en su juramento, y, conforme a la ley, debe morir; y si le ahorcamos, él juró que iba a morir en aquella horca, y, habiendo jurado verdad, por la misma ley debe ser libre”. “Don Quijote de la Mancha”, Segunda Parte, capítulo LI.