Sin explicación no es lo mismo que inexplicable
Muchas
personas tienen tanta confianza en sí mismas que, si pueden explicar
algo, piensan que debe de ser inexplicable y, por tanto, un verdadero
misterio de lo paranormal. Incluso las personas más razonables piensan
que, si los «expertos» son incapaces de explicar algo, tiene que ser
inexplicable.
Muchas
veces se piensa que, por ejemplo, doblar cucharas, caminar sobre fuego o
la telepatía son sucesos paranormales o místicos porque la mayoría no
puede explicarlos. Y cuando se encuentra una explicación la mayoría
responde: «Sí, claro», o «Si lo piensas, es obvio».
Caminar
sobre el fuego es un caso paradigmático. La gente especula sin fin
sobre los poderes sobrenaturales pan dominar el dolor y el calor, o en
misteriosas sustancias químicas emitidas por el cerebro que eliminan la
sensación de dolor y evitan las quemaduras. Hay una explicación más
sencilla: las ascuas, cuando están distribuidas en una capa ligera,
conservan poco calor y la conductividad de calor entre ellas y los pies
es muy baja. Si no se camina en círculo sobre las ascuas, uno no se
quema.
Pensemos
en un bizcocho en un horno a 200 grados. El aire, el bizcocho y el
molde están a 200 grados, pero sólo el molde de metal nos quemaría la
mano. El aire tiene muy poca capacidad para conservar el calor y muy
baja conductividad, por lo que nos permite meter la mano en el horno el
tiempo suficiente con el objeto de tocar el bizcocho y el molde. La
capacidad de conservar el calor del bizcocho no es mayor que la del aire
y, como su conductividad es muy baja, podemos tocarlo brevemente sin
quemarnos. El molde de metal tiene una capacidad de conservar el calor
similar a la del bizcocho, pero una conductividad muy alta. Si lo
tocamos, nos quemamos.
Por
eso los magos no cuentan sus secretos. En principio, la mayoría de sus
trucos son relativamente simples (aunque muchos son extraordinariamente
difíciles de ejecutar), así que, saber el secreto, le resta encanto al
truco).
Existen
muchos misterios sin resolver genuinos en el universo y no ocurre nada
por decir: «Todavía no podemos explicarlos, pero algún día tal vez sí lo
hagamos». El problema es que a la mayoría nos resulta más reconfortante
la certidumbre, por mucho que sea prematura, que vivir en medio de
misterios inexplicados o sin resolver.